Guinea pig power

Update: Hablas español? Hay una versión para tu al fin! Spanish readers can now find a translation at the bottom of the post.

Pachacamac: Guinea pigs, those Andean rodents so beloved by European children as pets, are more than strokeable, tailless rats – they have uses. Many. The ingenious people of the rural town of Pachacamac, outside Lima, are using the furry fellas to light their homes, cook their food, grow their veggies, power their televisions and, this is Peru after all, line their bellies.

We visit Casa Blanca, the delightful home of semi-retired professors Carmen Felipe-Morales and Ulises Moreno (who appropriately got his PhD at Ithaca (Cornell)), two plant physiologists turned agronomists, who run a sustainable agriculture programme at the nearby National Agrarian University of Molina. Their villa, set in gardens bursting with flowers, trees, vegetables and birdlife, is also a lab where they carry out their tech-transfer work or, as Ulises puts it: “We bring a lot of clever scientists here, who have spent their time studying plant genetics or researching different biochemical pathways for fertilisers, and we say ‘how about seeing right now if we can make a difference to farmers in Peru?'”

To this end, the couple have developed different potato varieties optimised for soil and climate types and several types of organically produced fruits and cereals. Naturally, they are using their combined century’s worth of academic experience to produce these seemingly instant results, but they are keen to make the point that Peruvians can and should ‘do it for themselves’ rather than waiting for saviours from the developed world or burying researchers in labs away from the communities that could benefit from new findings.

Taking up one wall of their plot is a low-roofed shed housing almost 1000 guinea pigs (Carvia porcellus) in numbered, regularly compartmented enclosures. They burble and chatter, whistle and purr as they eat their specially enriched food of plant waste matter.

School children on an organised visit are swarming the shed, cooing over the fluffy creatures, while Carmen entertains them, answering their ‘is it a boy or girl cuy?’ questions by picking one up and manipulating its nether regions to reveal a tiny pink penis. The kids like that very much.

The guinea pigs are part of a remarkable living factory that supplies the fuel and fertiliser for all the couple’s other projects. The small dry pellets that the rodents poo out are fed into a bio-digester that Ulises adapted from a Chinese model – water is added and bacteria metabolise the slurry – to produce methane gas and a dark brown liquid plant nutrient, which he calls ‘Caca Cola’.

It’s an incredibly efficient, non-smelly process (it’s buried underground) that produces enough gas for the family’s use (plus more) and litres of the growth hormone to sell.

The 1000 guinea pigs produce 3 tonnes of poo a month – who knew they shit so much? – but the couple only uses 200 kilos of this in the bio-digester. The rest is aerobically degraded in a mixture of silage to produce high quality organic compost for their use and to sell.

Even so, they produce 3 cubic metres of methane a day. Plus, 50 litres a week of the caca cola, which they sell for 2 soles (65 cents) per litre – the industrially produced equivalent goes for 150 soles (US$ 50) per litre.

A pipe goes from the fermenting excrement mixture to small shed, ending in the inner tubes of tractors and truck tyres. Once a tyre is full, it can be attached to the household gas line, from which the family runs gas-powered lightbulbs, gas stoves and, excitingly, an electric generator. The household powers its electric devices from computers to TV using guinea pig shit.

“My message to the people of Peru is: don’t blame your poverty. Transform your poverty using affordable technologies and processes to improve your quality of life and happiness,” Ulises says, tucking into ice-cream made from fruit grown using cuy shit and frozen with cuy-shit-power.

And the animals? Well, after they’ve pooed and copulated to the ripe old age of 18 months or so, they are sold for a good price to Lima’s upscale restaurants and organic food stores. Mmm, rico!

La versión española, con muchas gracias a Jose Antonio Morales (no conocemos la palabra marco):

Pachacamac: Cuyes, esos roedores andinos tan apreciados por los niños europeos, son mas que ‘strokeable’, ratas sin cola – en realidad tienen muchos usos. La ingeniosa gente del pueblo rural de Pachacamac, a las afueras de Lima, utiliza la furia del cuy para iluminar sus casas, cocinar su comida, hacer crecer sus vegetales, encender sus TVs y cómo no, llenar sus barrigas.

Visitamos la Casa Blanca, el encantador hogar de dos profesores semi-retirados, Carmen Felipe-Morales y Ulises Moreno, quien recibió su PhD en Ithaca (Corenell). Ambos fisiólogos de plantas convertidos en agrónomos, mantienen un programa de agricultura sostenible en la cercana Universidad Nacional Agraria de La Molina. Su villa, llena de jardines floreados, arboles, vegetales y aves es también un laboratorio en donde realizan su transferencia de tecnología. Como dice Ulises: “Traemos aquí a muchos científicos brillantes, quienes pasan su tiempo estudiando la genética de las plantas o quienes investigan diferentes routas bioquímicos para fertilizantes y con quienes discutimos como podemos lograr ahora una diferencia competitiva para los agricultores en el Peru”.

En este momento, ellos han desarrollado diferentes variedades de papas las cuales se adaptan diferentes suelos y climas. También han desarrollado varios tipos de cereales y frutas orgánicos. Naturalmente, ellos utilizan las experiencias obtenidas en los cien años que ambos suman, para poder lograr estos resultados. Ambos muestran su entusiasmo al afirmar que que los peruanos “pueden y deben” lograr por si mismos resultados, en vez de esperar por salvadores del mundo desarrollado o en vez de contratar investigación a laboratorios que se encuentran lejos de las comunidades que se benefician de nuevos descubrimientos.

Una de las paredes de su huerto ha sido utilizada para colocar un techo bajo que hospeda a casi mil cuyes (Carvia porcellus) distribuidos en compartimentos especiales. Los cuyes murmuran, conversan, silban y susurran mientras comen su comida especialmente enriquecida basada en desechos vegetales.

La Casa Blanca recibe a grupos de niños escolares quienes invaden la cabaña llena de estas dulces y esponjosas criaturas. Carmen los entretiene al responderles sus preguntas, entre ellas si el cuy es hembra o macho; ella elige uno y luego de rebuscarlo muestra a los niños su pequeño pene de color rosado. Los niños muestran su interés al respecto.

Los cuyes son parte de una extraordinaria fabrica viva que proporciona combustible y fertilizantes para todos los proyectos de la pareja. Las pequeñas bolitas que los cuyes producen como excremento son insertadas en una especie de cisterna que funciona como un aparato digestivo o “bio-digester”, el cual es una adaptación de Ulises basado en un modelo Chino. El sistema funciona al agregar agua y bacterias las cuales metabolizan la mezcla para producir gas metano y un liquido marrón oscuro que es nutriente para vegetales o “caca cola” como Ulises lo llama.

El proceso es increíblemente eficaz, no produce malos olores ya que sucede bajo tierra y produce mas que suficiente gas para el uso familiar. La pareja también vende litros de la hormona para crecimiento de vegetales.

Los casi mil cuyes producen tres toneladas de excrementos al mes – quien diría que cagan tanto?- pero la pareja solo utiliza 200 kilos en su “bio-digester”.Como si fuera poco, ellos producen tres metros cúbicos de metano al día. Cincuenta litros semanales de “caca cola”, los cuales se venden a dos soles (65 centavos de dólar) por litro. Los equivalentes industriales se venden a 150 (US$50) soles el litro.

La cisterna con la mezcla de excremento termina en un tubo que transporta el gas hacia las cámaras de unas llantas de tractor o camión. Una vez que las cámaras están llenas de gas se conectan a la linea de gas de la casa. En ella utilizan lamparas a gas, cocina a gas e incluso un generador eléctrico. La familia alimenta con energía eléctrica todos sus dispositivos electrónicos como computadoras y televisión utilizando excremento de cuy.

Ulises nos dice, mientras prueba un helado de frutas producidas con la ayuda de caca de cuy y congelado de la misma fuente de energía: “Mi mensaje para la gente del Peru es: No culpes a tu pobreza. Transfórmala utilizando tecnología y procesos para mejorar tu calidad de vida y ser feliz”.

Y los animales? bueno, luego de haber excretado suficiente y haberse reproducido hasta los 18 meses de edad, se venden a un buen precio a restaurantes de reputación y tiendas de productos orgánicos. Mmm, rico!